La Orden de San Lázaro es la única Orden Católica en el mundo que admite miembros no católicos. Como una orden de caballería, la Orden de San Lázaro ha conservado las virtudes de la nobleza, pero hoy en día sus miembros provienen de todo el espectro social. Como cristianos, están imbuidos de una “nobleza de espíritu” que se refleja en su conducta y autosacrificio.

Todos los miembros de la Orden, sean clérigos o laicos, están dedicados a los valores de la caridad cristiana, esforzándose por la perfección espiritual mediante el trabajo por el bien de los demás. Como una verdadera orden de caballería ecuménica, la pertenencia a la Orden de San Lázaro está abierta, dependiendo del patrocinio, a hombres o mujeres cristianos que respeten los valores del cristianismo, que tengan un ardiente deseo de ayudar a los demás y de trabajar por la unidad cristiana. Según su origen y objetivos, la Orden de San Lázaro admite en sus filas a quienes puedan ajustarse a la Carta Constitucional: laicos, hombres y mujeres, solteros y casados, sacerdotes y pastores, religiosos y religiosas que sean católicos o pertenezcan a una comunidad eclesial importante. Los miembros de la Orden son admitidos en el rango que corresponde a su situación personal y tienen la oportunidad de elegir la naturaleza de su compromiso.

Históricamente, los caballeros de San Lázaro provenían estrictamente de la nobleza y eran investidos como Caballeros de Justicia; sin embargo, desde el siglo XX, aquellos sin afiliaciones nobiliarias que puedan demostrar buena reputación en su iglesia pueden solicitar la gracia del Gran Maestre y recibir la investidura caballeresca en la División de Gracia. Aquellos sin herencia noble ni referencias religiosas pueden ser admitidos en la División Asociada de Mérito.

Mientras que la membresía como Caballero, el cuerpo de voluntarios de la Orden, está abierta a todos, la membresía en el Capítulo General en las Divisiones de Justicia o Gracia, o la membresía asociada en la División de Mérito, siempre ha sido solo por invitación.

Cada miembro profesa la fe cristiana, está en buena posición con su comunidad eclesial y participa en la vida espiritual de su Jurisdicción en un espíritu ecuménico. Para mantener su estatus como Asociación de Fieles y, en consecuencia, la Protección de la Iglesia Católica, la Orden de San Lázaro requiere que los miembros del Capítulo General, aquellos en las Divisiones de Justicia y Gracia, mantengan una relación particular con las enseñanzas de la Iglesia Católica. Los católicos deben mantener completa fidelidad a las enseñanzas de la Iglesia. Los no católicos, en cambio, hacen un acto de “Buena Fe”. Este acto de “Buena Fe” no obliga a los no católicos a practicar la fe católica en su totalidad, sino más bien a mantener aquellas enseñanzas que se aplican a la misión específica de la Orden de San Lázaro y a afirmar que no actuarán en contra ni en oposición a estas enseñanzas.

Los miembros deben tener al menos 25 años de edad. Sin embargo, es posible ser recibido en la Orden, siguiendo los mismos criterios, desde los 18 años como Escudero o Demoiselle. Los capellanes deben haber sido ordenados en la Iglesia Católica y estar en buena posición con su obispo de acuerdo con el Canon 564. Los seminaristas y estudiantes que se preparan para la ordenación pueden ser recibidos como novicios. Los diáconos, aunque no son elegibles para ser capellanes, pueden unirse a las filas de Caballeros Profesos tras su recepción en la Orden.